Las condiciones socioeconómicas

La crisis económica mundial, que es una crisis estructural del sistema capitalista, todavía sigue atormentando al planeta. Los efectos de esta crisis son dramáticos para los pueblos del mundo, puesto que agudizan las contradicciones socioeconómicas entre territorios y Estados, pero, lo que es más importante aún, también entre los pueblos.

El capitalismo empuja la producción hasta el extremo y al mismo tiempo concentra la riqueza producidas por la sociedad en las manos de un puñado de empresas multinacionales. Esta ha sido siempre la causa más profunda de las crisis económicas, aunque también es la contradicción básica del capitalismo.

El capital, que carga con la responsabilidad de la crisis dentro del injusto sistema económico que él mismo ha creado, no asume ningún tipo de responsabilidad; por el contrario, lanza ataques contra los derechos adquiridos de los trabajadores, mientras busca incrementar sus ganancias incluso en estas condiciones.

Los principales aliados del capital en medio de estos intentos son los gobiernos burgueses que, mediante sus políticas de austeridad, descargan un peso cada vez mayor sobre las espaldas de los trabajadores, sumergiéndolos cada vez más profundamente en el desempleo y la miseria.

Los proponentes del capitalismo, que no cesan de hablar del fin de la historia y del fin de la lucha de clases, se encuentran frente a un revés espectacular ya que los trabajadores comprenden con una claridad cada vez más nítida que la esperanza de un futuro mejor existe sólo en la lucha con conciencia de clase.

Esas formas de desarrollo capitalista son aplicadas en la Unión Europea con sus modalidades más agresivas, especialmente en los países que han firmado un Memorando de Entendimiento con la Troika.

La crisis capitalista conduce a una competición incluso más agudizada entre los centros imperialistas y las nuevas potencias periféricas, con el propósito de dominar el mercado mundial y con una preferencia especial por el sector energético. Al mismo tiempo, esto conduce a un realineamiento de la estructura del imperialismo, forja nuevas alianzas y provoca guerras locales.

La militarización acrecentada del planeta, la violación flagrante de los derechos humanos universalmente reconocidos, la manipulación y en ciertos casos la sustitución de la ONU por Gran Bretaña, EEUU y la OTAN son consecuencias adicionales de los propósitos arriba señalados, causados por la naturaleza inhumana del sistema capitalista.

En América Latina, las intervenciones imperialistas de los EEUU son enfrentadas actualmente con una vigorosa resistencia de la mayoría de los países de la región.

Sin embargo, persiste el peligro de un retroceso ya sea por causa de un golpe militar o una guerra de desgate en contra de los países progresistas.

Los resultados de las elecciones en Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Chile y Nicaragua, generaron la esperanza de que la hegemonía estadounidense en la región pueda ser evitada, siempre que los gobiernos izquierdistas, antiimperialistas que son respaldados por los partidos comunistas, sigan actuando en beneficio de los pueblos de la región.

Cuba constituye un gran ejemplo inspirador para los pueblos de la región puesto que sigue defendiendo la restructuración socialista, a pesar de enormes adversidades, tales como la agresividad del imperialismo.

Mientras tanto, los EEUU, en una demostración de su espíritu agresivo, prosigue la expansión de su red de bases militares alrededor del mundo y continúa desplegando el escudo anti-misiles. En Europa oriental, han incrementado exponencialmente los ejercicios militares de la OTAN, que están centrados en el Báltico, con el propósito de llegar establecer una presencia permanente de la OTAN en la región. El golpe de Estado pro-occidental en Ucrania, que estaba apoyado por los EEUU y la UE y en la que participaron fuerzas neo-nazis, también es parte integral de estos planes.

La expansión de la OTAN hacia el Este, el plan sobre un Nuevo Oriente Medio concebido por los EEUU y el giro de los EEUU hacia el sudeste de Asia y la región del Pacífico, según el presidente Obama, son reveladores de las intenciones de los centros imperialistas.

El fanatismo religioso, el nacionalismo, el chovinismo, el fascismo y la provocación ideológica respecto de la guerra entre las culturas, todos estos son instrumentos utilizados para manipular a las masas de modo que éstas puedan participar o consentir las intentonas imperialistas, como también para reprimir cualquiera respuesta política de parte de los pueblos.

El fascismo está en ascenso, en la medida que las organizaciones ultra racistas esconden las verdaderas causas de la explotación y la crisis detrás de una supuesta oposición al sistema capitalista. Pero éstas no pueden camuflar el hecho que siempre reciben el respaldo del orden establecido que, por mucho que pretenda oponerse al fascismo, lo utilizará en bien de sus propios intereses, tal y como ha sucedido en Ucrania.

Los centros de poder supranacional también se esfuerzan denodadamente por igualar el fascismo y comunismo, y así alejar a la gente –especialmente a los jóvenes– de la perspectiva socialista, que es la fuerza que puede organizar y orientar las luchas.

La crisis capitalista global eleva al primer plano los ideales del socialismo y la necesidad de edificar una sociedad libre de la explotación, una sociedad de prosperidad y justicia.

Es en estas circunstancias que celebramos nuestra Conferencia y estamos seguros que, con las decisiones que se aprobarán y con la experiencia que hemos adquirido a través de los años, seremos capaces de forjar nuestra unidad de clase y de avanzar rumbo a un nuevo y esperanzador futuro para los trabajadores.